ALMAFUERTE

 El nombre de la biblioteca se debe a Pedro Bonifacio Palacios  nació en San Justo, partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires, en el seno de una familia muy humilde. Todavía niño, pierde a su madre y es abandonado por su padre, por lo que fue criado por sus parientes.

Almafuerte es el seudónimo con el que alcanzó mayor popularidad, aunque no fue el único que utilizó a lo largo de su vida.
Su primera vocación fue la pintura, pero, como el gobierno le niega una beca para viajar a Europa a perfeccionarse, cambia su rumbo y se dedica a la escritura y la docencia.
Ejerció en escuelas de la Piedad y Balvanera. Poco después se trasladó a la campaña y fue maestro en Mercedes, Salto y Chacabuco. A los 16 años de edad dirige una escuela en Chacabuco; dónde, en 1884, conoce al entonces ex presidente (1868 - 1874) Domingo Faustino Sarmiento. Tiempo después es destituido por no poseer un título habilitante para la enseñanza, pero muchos afirman que en realidad fue por sus poemas altamente críticos para con el gobierno.
En los pueblos donde ejerció la docencia, también alcanzó notoriedad como periodista polémico y apasionado, poco complaciente con los caudillos locales.
Luego de dejar la enseñanza obtiene un puesto dentro de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, y más tarde bibliotecario y traductor en la Dirección General de Estadística de dicha provincia. En 1887, se traslada a La Plata e ingresa como periodista en el diario El Pueblo.1
En 1894 retoma su actividad docente en una escuela de la localidad de Trenque Lauquen, pero nuevamente es retirado por cuestiones políticas dos años más tarde.
A comienzos del siglo XX participa un poco de la actividad política, pero a causa de su inestabilidad económica y de que es reacio a aceptar un cargo político, ya que criticaba duramente a quienes vivían a expensas de los impuestos de la gente, no lo hace con mucho entusiasmo.
Al final de su vida, el Congreso Nacional Argentino le otorgó una pensión vitalicia para que se pudiera dedicar de lleno a su actividad como poeta. Sin embargo no pudo gozar de ella; el 28 de febrero de 1917 falleció en La Plata (Buenos Aires), a la edad de 62 años.

   
En la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, Argentina se encuentra la casa que habitó y donde transcurrieron los últimos días de Pedro B. Palacios. Esta casa, que se halla situada en la avenida 66 N°530, es hoy un museo que sintetiza la vida y la obra de este artista. La creación de un museo en esta casona de principios de siglo pasado - declarada Monumento Histórico de la Ciudad, de la Provincia y de la Nación- es un justo homenaje al artista y promueve la consolidación como patrimonio público del lugar donde se plasmó su acción humanística y literaria. El museo fue dirigido, hasta 1945, por la Agrupación BASES presidida por el Sr. Francisco Timpone y un grupo de vecinos comprometidos con la historia y la obra de Almafuerte. A partir de 1945 la acción cultural del museo queda en manos de la comuna platense. En el Museo Almafuerte se exhiben manuscritos, fotografías, dibujos, libros, periódicos, escritos sobre su obra, muebles y otros objetos que formaron parte de la vida del poeta. Recorriendo las diferentes salas, el visitante va descubriendo la multefacética personalidad de Almafuerte, a partir de los muchos oficios que tuvo, al mismo tiempo, toma contacto con el contexto político, social e histórico que le tocó vivir. Una de las salas permite, además, asomarse a su mundo interior, a sus cosas más personales, muebles y objeto de uso cotidiano, como los anteojos con armazón de plata que lo acompañaron en su vejez.


 Obra literaria 
Palacios publicó algunas obras con distintos seudónimos pero el que más se popularizó fue el de Almafuerte.
Obras de Pedro Bonifacio Palacios (Almafuerte):
Lamentaciones, (1906).
Siete sonetos medicinales, (1907).
Evangélicas, (1915).
Poesías, (1916).
Poesías Completas, (1917).
Nuevas Poesías, (1918).
Milongas clásicas, sonetos medicinales y Dios te salve. Discursos, (1919).
La inmortal.
El misionero, (1911).
Trémolo.
Cantar de los cantares.
La sombra de la patria.


NOTA este artículo pertenece a WIKIPEDIA, LA ENCICLOPEDIA LIBRE

POEMAS 
¡Avanti!

Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.

Obcecación  asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...

¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de su muerte!


¡Piu Avanti!

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde intrepidez del pavo
que amaina su plumaje al menor ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...

Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!


¡Molto piu Avanti!

Los que vierten sus lágrimas amantes
sobre las penas que no son sus penas;
los que olvidan el son de sus cadenas
para limar las de los otros antes;

Los que van por el mundo delirantes
repartiendo su amor a manos llenas,
caen, bajo el peso de sus obras buenas,
sucios, enfermos, trágicos,... ¡sobrantes!

¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
¡nunca sigas impulsos compasivos!
¡ten los garfios del Odio siempre activos
los ojos del juez siempre despiertos!

¡Y al echarte en la caja de los muertos,
menosprecia los llantos de los vivos!


¡Molto piu Avanti ancora!

El mundo miserable es un estrado
donde todo es estólido y fingido,
donde cada anfitrión guarda escondido
su verdadero ser, tras el tocado.

No digas tu verdad ni al mas amado,
no demuestres temor ni al mas temido,
no creas que jamas te hayan querido
por mas besos de amor que te hayan dado.

Mira como la nieve se deslíe
sin que apostrofe al sol su labio yerto,
cómo ansia las nubes el desierto
sin que a ninguno su ansiedad confíe...

¡Trema como el infierno, pero rie!
¡Vive la vida plena, pero muerto!


¡Moltíssimo piu Avanti ancora!

Si en vez de las estúpidas panteras
y los férreos estúpidos leones,
encerrasen dos flacos mocetones
en esa frágil cárcel de las fieras.

No habrían de yacer noches enteras
en el blando pajar de sus colchones,
sin esperanzas ya, sin reacciones
lo mismo que dos plácidos horteras;

Cual Napoleones pensativos, graves,
no como el tigre sanguinario y maula,
escrutarían palmo a palmo su aula,
buscando las rendijas, no las llaves...

¡Seas el que tú seas, ya lo sabes:
a escrutar las rendijas de tu jaula!

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